¿En qué creemos?

En un mundo cambiante que frecuentemente modifica sus divisas y valores, los principios absolutos del evangelio permanecen firmes, dando una referencia constante del propósito divino para la humanidad. Los cristianos tenemos en la Biblia precisamente la revelación de Dios, dada a los santos hombres por inspiración del Espíritu Santo.

Un Dios verdadero

Creemos que Dios es el único creador de todo y es conformado por tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

El ser humano y la maldad

Creemos que el ser humano recibió atributos morales y éticos de su Creador. Sin embargo, la maldad del ser humano le separó de su Creador; por lo tanto se desvirtuaron los propósitos originales de la creación de Dios.

La salvación

Creemos que una persona recibe el perdón, que por su maldad merecía, cuando se arrepiente y acepta que Jesucristo es el único capaz de restaurar su relación original con Dios.

Santificación

Creemos que una persona, que cree en Jesucristo, recibe fuerza en su ser interior a través del Espíritu Santo para dejar la maldad y vivir dedicado hacer lo bueno.

Bautismo en agua

Creemos es un testimonio público de nuestra decisión de dejar de vivir en la maldad y nacer a una nueva vida de bien, a través de la fe en Jesucristo.

Bautismo en el Espíritu Santo

Creemos es una experiencia espiritual en la cual su manifestación es hablar en otros idiomas, no por nuestro propio impulso, sino bajo la dirección del Espíritu Santo.

Iglesia

Creemos en la unidad entre los creyentes de Jesús, ya que la transformación personal producida por el Espíritu Santo origina beneficios a escala familiar y social.

La Santa Cena

Creemos que es un recordatorio de nuestro compromiso con Jesucristo y también un recordatorio de su sufrimiento, muerte y resurrección.

Sanidad Divina

Creemos que Dios tiene el poder de traer bienestar a todo nuestro ser con el propósito de servir a otros.

La mayordomía

Creemos que dignificamos a Dios con nuestras finanzas al contribuir voluntariamente al sostenimiento y extensión de la iglesia con ofrendas, diezmos y primicias.

Destino eterno

Creemos que, para quienes creen en Jesucristo, Dios tiene buenos propósitos para nuestra vida y también tiene planes de bien en una vida eterna después de la muerte.

El arrebatamiento de la iglesia

Creemos que Jesucristo resucitará a los que murieron creyendo en él y nos trasladará junto con ellos a los que nos encontremos con vida, para estar con él por la eternidad.

¿Por qué nos reunimos?

Jesucristo comparó el vínculo que hay entre las personas que compartimos la misma fe en Él con el lazo familiar de amor, respeto y cercanía que existe entre padres y hermanos (Mt. 12:46-49). Su plan para nosotros siempre ha sido de disfrutar de buenas relaciones en unidad y armonía.

Así como en la familia disfruta de la convivencia, Jesús habló acerca de la importancia de ponernos de acuerdo y reunirnos en su nombre (Mt. 18:19-20). Los propósitos de reunirnos con otros creyentes son para juntos expresar nuestra adoración a Él, aprender acerca de la voluntad del Señor para nosotros, a través de la Biblia, y animarnos los unos a los otros en nuestro crecimiento espiritual.

Jesucristo también enseñó acerca de permanecer unidos para formar un equipo que podamos representarle en su carácter y en acciones (Rom. 12:5). Cuando nos reunimos, también tenemos la oportunidad de organizarnos para sumar fuerzas y ayudar a aquellos que pasan alguna necesidad o sufren injusticias (Lc. 10:29-37).

¿Por qué nos reunimos?

Jesucristo comparó el vínculo que hay entre las personas que compartimos la misma fe en Él con el lazo familiar de amor, respeto y cercanía que existe entre padres y hermanos (Mt. 12:46-49). Su plan para nosotros siempre ha sido de disfrutar de buenas relaciones en unidad y armonía.

Así como en la familia disfruta de la convivencia, Jesús habló acerca de la importancia de ponernos de acuerdo y reunirnos en su nombre (Mt. 18:19-20). Los propósitos de reunirnos con otros creyentes son para juntos expresar nuestra adoración a Él, aprender acerca de la voluntad del Señor para nosotros, a través de la Biblia, y animarnos los unos a los otros en nuestro crecimiento espiritual.

Jesucristo también enseñó acerca de permanecer unidos para formar un equipo que podamos representarle en su carácter y en acciones (Rom. 12:5). Cuando nos reunimos, también tenemos la oportunidad de organizarnos para sumar fuerzas y ayudar a aquellos que pasan alguna necesidad o sufren injusticias (Lc. 10:29-37).

Los creyentes de Jesucristo expresamos de diferentes maneras nuestra adoración a Él y la música es una forma en la que lo hacemos (Sal. 150:4-5). Al cantar a nuestro Señor nos sentimos agradecidos y alegres pues los temas de las canciones nos hacen recordar las cosas buenas que el Señor ha hecho en nuestras vidas, nos alientan a confiar en Sus planes para el futuro, y nos hacen reflexionar acerca de Su carácter (1 Cr. 16:9).

Nuestro Señor también se alegra cuando le adoramos y lo expresa haciendo bien a nuestra vida (Sof. 3:17). En el tiempo que dedicamos para adorarle, Él habla a nuestra mente y corazón para cambiar el enojo, la tristeza y angustia por amor, alegría y paz. También trae salud a nuestro cuerpo cuando estamos enfermos.

Jesucristo también enseñó acerca de permanecer unidos para formar un equipo que podamos representarle en su carácter y en acciones (Rom. 12:5). Cuando nos reunimos, también tenemos la oportunidad de organizarnos para sumar fuerzas y ayudar a aquellos que pasan alguna necesidad o sufren injusticias (Lc. 10:29-37).

¿Por qué cantamos?

¿Por qué cantamos?

Los creyentes de Jesucristo expresamos de diferentes maneras nuestra adoración a Él y la música es una forma en la que lo hacemos (Sal. 150:4-5). Al cantar a nuestro Señor nos sentimos agradecidos y alegres pues los temas de las canciones nos hacen recordar las cosas buenas que el Señor ha hecho en nuestras vidas, nos alientan a confiar en Sus planes para el futuro, y nos hacen reflexionar acerca de Su carácter (1 Cr. 16:9).

Nuestro Señor también se alegra cuando le adoramos y lo expresa haciendo bien a nuestra vida (Sof. 3:17). En el tiempo que dedicamos para adorarle, Él habla a nuestra mente y corazón para cambiar el enojo, la tristeza y angustia por amor, alegría y paz. También trae salud a nuestro cuerpo cuando estamos enfermos.

Jesucristo también enseñó acerca de permanecer unidos para formar un equipo que podamos representarle en su carácter y en acciones (Rom. 12:5). Cuando nos reunimos, también tenemos la oportunidad de organizarnos para sumar fuerzas y ayudar a aquellos que pasan alguna necesidad o sufren injusticias (Lc. 10:29-37).

¿Por qué ofrendamos?

Nuestro Señor nos da la capacidad, la oportunidad y la salud para trabajar. También nos permite disfrutar de la recompensa económica, y la recompensa personal de ser de utilidad y beneficio en nuestra comunidad. En agradecimiento, dedicamos voluntariamente nuestros bienes a Él, pues Él es quien nos provee de todas las cosas buenas y está al pendiente de todo lo que necesitamos (1 Cr. 29:14).

La generosidad es una virtud que consiste en dar y compartir con otros sin esperar recibir algo a cambio y lo hacemos voluntariamente con amor y alegría (2 Co. 7:9). Por tal motivo, los creyentes de Jesús organizamos nuestras finanzas no sólo para satisfacer nuestras propias necesidades sino también para satisfacer las necesidades de otros (Fil 2:14).

Cuando ofrendamos en nuestras reuniones, contribuimos con la conservación y crecimiento de las actividades organizadas por nuestra comunidad para compartir las buenas noticias de Jesús. Ésta es otra forma de expresarle a nuestro Señor nuestro amor, nuestra prioridad y nuestro compromiso con Él y con sus proyectos (Pr. 3:9).

¿Por qué ofrendamos?

Nuestro Señor nos da la capacidad, la oportunidad y la salud para trabajar. También nos permite disfrutar de la recompensa económica, y la recompensa personal de ser de utilidad y beneficio en nuestra comunidad. En agradecimiento, dedicamos voluntariamente nuestros bienes a Él, pues Él es quien nos provee de todas las cosas buenas y está al pendiente de todo lo que necesitamos (1 Cr. 29:14).

La generosidad es una virtud que consiste en dar y compartir con otros sin esperar recibir algo a cambio y lo hacemos voluntariamente con amor y alegría (2 Co. 7:9). Por tal motivo, los creyentes de Jesús organizamos nuestras finanzas no sólo para satisfacer nuestras propias necesidades sino también para satisfacer las necesidades de otros (Fil 2:14).

Cuando ofrendamos en nuestras reuniones, contribuimos con la conservación y crecimiento de las actividades organizadas por nuestra comunidad para compartir las buenas noticias de Jesús. Ésta es otra forma de expresarle a nuestro Señor nuestro amor, nuestra prioridad y nuestro compromiso con Él y con sus proyectos (Pr. 3:9).

¿Por qué estudiamos la Biblia?

Vivimos en una época donde la mayoría de las personas deciden qué es lo mejor para sus vidas basadas en su propio juicio y razonamiento; por lo tanto concluyen que la verdad es relativa y subjetiva ya que depende de la edad, conocimiento, contexto, e inteligencia de cada individuo (Pr 3:7). Sin embargo, el deseo de nuestro Señor es guiar nuestras decisiones para que estas nos lleven hacia lo bueno y correcto en la vida presente y para la eternidad. Por eso, a través de su Espíritu Santo, ha inspirado a muchas personas en diferentes momentos, lugares e idiomas para darnos un mensaje de manera escrita.

En la Biblia encontramos historias, cartas, canciones, poemas, parábolas, entre otros, que tienen como objetivo el que podamos conocer cómo es el amoroso carácter del Señor. También, en la Biblia, nos ha mostrado Sus planes de bien para nosotros cuando vivimos en los principios y valores que nos enseña (2 Tim. 3:16).

¿Por qué estudiamos la Biblia?

Vivimos en una época donde la mayoría de las personas deciden qué es lo mejor para sus vidas basadas en su propio juicio y razonamiento; por lo tanto concluyen que la verdad es relativa y subjetiva ya que depende de la edad, conocimiento, contexto, e inteligencia de cada individuo (Pr 3:7). Sin embargo, el deseo de nuestro Señor es guiar nuestras decisiones para que estas nos lleven hacia lo bueno y correcto en la vida presente y para la eternidad. Por eso, a través de su Espíritu Santo, ha inspirado a muchas personas en diferentes momentos, lugares e idiomas para darnos un mensaje de manera escrita.

En la Biblia encontramos historias, cartas, canciones, poemas, parábolas, entre otros, que tienen como objetivo el que podamos conocer cómo es el amoroso carácter del Señor. También, en la Biblia, nos ha mostrado Sus planes de bien para nosotros cuando vivimos en los principios y valores que nos enseña (2 Tim. 3:16).

Nuestro Dios nos ama desde antes de la creación y lo hará por siempre, pues su deseo es establecer un vínculo de amor con cada una de las personas (Jn 3:16). Hoy, cada uno de nosotros, podemos hablar con el Padre sin importar el lugar o la hora, porque Jesús restableció esa conexión que nuestra maldad había dañado (Heb. 4:16).

Orar es platicar con el Dios, porque anhela establecer una amistad profunda y sincera con cada uno de nosotros (Jn.15:14-15). Por muchos motivos podemos platicar con Él. Puede ser para hablarle acerca de cómo nos sentimos o para pedirle su favor en alguna necesidad propia o ajena, solicitarle guía para la toma de alguna decisión o simplemente platicar para fortalecer su lazo de amistad (Mt. 6:9-13).

Hay momentos de oración que hacemos a solas con Él (Mt. 6:6) y otras en las que nos reunimos para hacerlo con otros creyentes de Jesús (Efe 6:18). Sea cual sea la razón por la que oremos, tenemos la seguridad que Él escucha a nuestras oraciones (1 Pe. 3:12).

¿Qué es orar?

¿Qué es orar?

Nuestro Dios nos ama desde antes de la creación y lo hará por siempre, pues su deseo es establecer un vínculo de amor con cada una de las personas (Jn 3:16). Hoy, cada uno de nosotros, podemos hablar con el Padre sin importar el lugar o la hora, porque Jesús restableció esa conexión que nuestra maldad había dañado (Heb. 4:16).

Orar es platicar con el Dios, porque anhela establecer una amistad profunda y sincera con cada uno de nosotros (Jn.15:14-15). Por muchos motivos podemos platicar con Él. Puede ser para hablarle acerca de cómo nos sentimos o para pedirle su favor en alguna necesidad propia o ajena, solicitarle guía para la toma de alguna decisión o simplemente platicar para fortalecer su lazo de amistad (Mt. 6:9-13).

Hay momentos de oración que hacemos a solas con Él (Mt. 6:6) y otras en las que nos reunimos para hacerlo con otros creyentes de Jesús (Efe 6:18). Sea cual sea la razón por la que oremos, tenemos la seguridad que Él escucha a nuestras oraciones (1 Pe. 3:12).